Desde hace mucho tiempo se ha aceptado que consumir alimentos procesados con exceso de sal, azúcar y grasa puede llevar a resultados de salud negativos, por lo que los nuevos hallazgos de la investigación de Fiolet et al. no son sorprendentes.

No todos los alimentos procesados se producen de la misma manera. Algunos aportan vitaminas, minerales y nutrientes importantes a nuestra dieta, mientras que otros ofrecen pocos beneficios, si es que ofrecen alguno. Investigaciones científicas han demostrado consistentemente que las dietas ricas en granos integrales, frutas y verduras se asocian con menores tasas de cáncer. No es necesario temer a los alimentos. Crea un patrón alimenticio inclusivo que haga hincapié en los granos integrales, las frutas y las verduras, las proteínas magras y las grasas insaturadas, ya sean procesados o en su forma natural. En la cultura actual centrada en los alimentos, la frase “alimentos procesados” está en todas partes. Normalmente, este término tiene una connotación negativa y a veces por buenas razones. Un ejemplo son las investigaciones que han demostrado que el consumo excesivo de alimentos procesados con alto contenido de sal, azúcar y grasa puede tener resultados de salud negativos. Agrega “ultra” a “procesado” y verás a más personas hablar de ello. Este es el caso de un nuevo estudio de Fiolet et al., publicado en el British Medical Journal, que examinó la relación entre los alimentos ultra procesados y el riesgo de cáncer. Pero antes de vaciar tu despensa o jurar alejarte de los dulces, echemos un vistazo a los puntos fuertes, limitaciones y aplicaciones de esta investigación.

PUNTOS PRINCIPALES DEL ESTUDIO

Este estudio evaluó las asociaciones entre el consumo de alimentos “ultra procesados” y el riesgo de cáncer en una cohorte basada en la población en Francia. Casi 105,000 participantes mayores de 18 años se reclutaron en la cohorte francesa NutriNet-Santé, y la ingesta de alimentos se recopiló mediante registros alimentarios autorreportados repetidos de 24 horas en línea. Estos registros se relacionaron con 3,300 alimentos diferentes, y el grado de procesamiento se categorizó según la clasificación NOVA, que ha sido objeto de cierta crítica en la comunidad académica. Esta crítica se discutirá más adelante en el artículo.

Los alimentos incluidos en el estudio fueron:

  • Panes y pasteles envasados
  • Snacks dulces o salados envasados
  • Productos de repostería y postres industrializados
  • Refrescos y bebidas azucaradas
  • Albóndigas, nuggets de pescado y pollo, y otros productos de carne reconstituida procesados con conservantes, a excepción de la sal (por ejemplo, nitritos)
  • Fideos instantáneos y sopas; comidas congeladas o listas para consumir
  • Otros productos alimenticios hechos principalmente o completamente a partir de azúcares, aceites y grasas, y otras sustancias que no se utilizan comúnmente en la preparación de alimentos, como aceites hidrogenados, almidones modificados y aislados de proteínas

El estudio identificó que, por cada aumento del 10 por ciento en el consumo de alimentos ultra procesados, hubo un aumento asociado del 12 por ciento en el riesgo general de cáncer.

LO QUE ESTE ESTUDIO TIENE DE CORRECTO

La evidencia científica ha establecido desde hace mucho tiempo que el consumo excesivo de alimentos procesados ricos en sal, azúcar y grasa puede tener resultados de salud negativos, por lo que estos nuevos hallazgos no son sorprendentes. Además, los autores del estudio hablaron extensamente sobre las aplicaciones de los resultados. Uno de los coautores del estudio, Mathilde Touvier, enfatiza que es imposible vincular los alimentos ultra procesados al riesgo de cáncer. También destaca que se necesitan más estudios para confirmar estos resultados más recientes y comprender la relación potencial entre alimentos específicos y el riesgo de cáncer.

COLOCANDO LOS HALLAZGOS EN CONTEXTO

Como se mencionó anteriormente, la definición de alimentos procesados utilizada en el estudio ha recibido cierta crítica de la comunidad científica. Hablando con la BBC, Ian Johnson, PhD, del Instituto Quadram, criticó la imprecisión del término “ultra procesado”, afirmando que: “El problema es que la definición de alimentos ultra procesados [de los investigadores] es tan amplia y mal definida que es imposible decidir exactamente qué, si es que hay alguna, conexión causal se ha observado”.

En el mismo artículo de la BBC, Tom Sanders, PhD, del King’s College de Londres, coincide con la opinión de Johnson. Destaca que el pan producido en masa se clasificaría como ultra procesado, pero el pan casero o el pan de una panadería local no lo serían. Sanders dice que la clasificación NOVA “parece arbitraria y se basa en la suposición de que los alimentos producidos industrialmente tienen una composición nutricional y química diferente a la producida en casa o por artesanos. Esto no es cierto”.

Al analizar los factores de confusión del estudio, es decir, las características ambientales y de estilo de vida que pueden influir en los resultados, podemos proporcionar algo de contexto adicional a estos hallazgos. Por ejemplo, el estudio identificó que las personas con un mayor riesgo de cáncer eran mucho más propensas a fumar, menos activas, consumían más calorías en general y eran más propensas a tomar anticonceptivos orales. Aunque el estudio explicó algunas de estas variables, los autores afirman que su impacto “no se puede descartar por completo”.

Además, si observamos los hallazgos del riesgo relativo del estudio y los contextualizamos adecuadamente, los resultados resultan menos impactantes. Por ejemplo, durante el período de cinco años en el que se realizó el estudio, hubo aproximadamente 2,200 casos documentados de cáncer entre los 105,000 participantes. Esto representa una tasa de alrededor del 2.1 por ciento. Aplicando los hallazgos de que hubo un aumento del 12 por ciento en el riesgo general de cáncer en las personas que consumieron alimentos ultra procesados, esto se traduce en un aumento de 0.25 puntos porcentuales en la tasa de cáncer. Así, el cambio que encontró el estudio fue un aumento en la tasa global de cáncer del 2.1% al 2.35%.

LO QUE ESTE ESTUDIO TIENE DE ERRADO

Este estudio postula que algunos ingredientes y compuestos químicos adicionales, como el bisfenol-A (BPA), el dióxido de titanio y el aspartame, pueden desempeñar un papel en estos hallazgos. Los consumidores tienen la opción de comprar o evitar productos con estos compuestos; sin embargo, décadas de investigación científica respaldan la seguridad de cada uno de ellos, demostrando que son seguros en los niveles en que los consumimos.

Por ejemplo, el BPA se ha utilizado en envases de alimentos durante más de 50 años para prevenir la degradación de los alimentos y las enfermedades transmitidas por los alimentos. La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprueba todos los materiales de envases de alimentos como “sustancias de contacto con alimentos” y ha confirmado que hay suficiente evidencia científica para demostrar que el uso de estos materiales es seguro. La FDA no es la única agencia que ha confirmado la seguridad del BPA: organizaciones de todo el mundo han llegado a las mismas conclusiones.

El estudio también menciona el dióxido de titanio, un mineral natural que se procesa, refina y agrega a una variedad de alimentos para mejorar sus colores. Los autores especulan que el dióxido de titanio podría estar contribuyendo a algunas tasas aumentadas de cáncer. Sin embargo, tanto la FDA como otras agencias internacionales han concluido que el dióxido de titanio es seguro en los niveles actuales de consumo.

El estudio también cuestiona el impacto en la salud del consumo de “edulcorantes no azucarados”, haciendo referencia específicamente a un estudio centrado en el aspartame. Los edulcorantes, como el aspartame, se producen para ayudar a las personas a reducir la cantidad de azúcar en sus dietas, y la reducción de azúcares se ha convertido en una prioridad de salud pública. Más importante aún, la seguridad de los edulcorantes no azucarados está bien establecida, con la aprobación de la FDA al aspartame en 1981. Hoy en día, el aspartame es uno de los muchos edulcorantes no azucarados permitidos por la FDA y otras autoridades de salud en todo el mundo. A pesar de que los autores pueden estar en desacuerdo con el consenso científico mundial, citar un estudio controvertido no supera décadas de evidencia de cientos de estudios científicos que respaldan la seguridad de los edulcorantes no azucarados.

CONCLUSIÓN

Es importante recordar que, si bien es cierto que algunos alimentos procesados deben consumirse con moderación, no todos los alimentos procesados se crean iguales. Algunos contribuyen con nutrientes esenciales para nuestra dieta, mientras que otros aportan pocos beneficios o ninguno en absoluto. En lugar de temer a los alimentos, es fundamental crear un patrón alimentario inclusivo que priorice los granos enteros, las frutas y verduras, las proteínas magras y las grasas insaturadas, ya sean procesados o en su forma natural.

En resumen, este estudio arroja luz sobre la relación entre los alimentos ultra procesados y el riesgo de cáncer, pero es importante tener en cuenta sus limitaciones y las críticas a su definición de “ultra procesado”. La seguridad de muchos de los compuestos mencionados en el estudio ha sido respaldada por años de investigación científica. En última instancia, una alimentación equilibrada y variada, junto con un estilo de vida saludable, sigue siendo esencial para mantener la salud y reducir los riesgos de enfermedades.

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